sábado, 2 de enero de 2010

13 Junio 2009 Tengo ganas de tí

Enredando sombras en la penumbra. Dando una y mil vueltas en la cama, al mismo tiempo que mi mente va y viene, buscándote, entre viajes oníricos que me acerquen a ti. Hasta donde tu estés.

Me encantaría tenerte yaciendo a mi lado, mirarte a los ojos, dejar que los míos sigan recorriendo tu rostro: tus negras pestañas, tu nariz, tus morenos pómulos... y dejar que se posen, por unos instantes, en tus gruesos labios. Buscarte entre suaves caricias, recorriendo el tacto de los poros de tu piel, y cogerte entre mis manos, y besarte. Besarte hasta estallar. Besarte hasta no poder más. Y fundir mi alma entre tus brazos, dejando al tiempo avanzar sin que esta vez tengamos que estar pendientes de sus afiladas agujas. Sin que nos asalte un pensamiento que nos diga que hay otro deber más importante. Porque entonces no habrá nada más importante esperando, estaremos solos con nuestros cuerpos desnudos y el deseo.

Los miedos quedarán recluidos en viejos cofres oxidados por aguas inalcanzables. Las preguntas se harán después de hondos suspiros y un sosegado silencio. Arderán, a lo lejos, un par de cigarrillos olvidados, consumiéndose entre la rabia y la envidia. No existirá distancia entre nosotros, más que la necesaria para dejar que un velo de sensaciones ya vividas se hagan nuevas entre los dos. Ni habrá palabras posibles para traducir todo lo que nuestros ojos le dirán al otro, todo lo que durante mucho tiempo otra imagen congeló y ellos tuvieron que resignarse a callar.

En ese momento, el mundo dejará de llorar para unirse a nuestra incontrolable furia. Te tendré dentro de mi, en las mismísimas entrañas, donde todo se teje, allí de donde salen todas las ganas que tengo de ti. Porque a pesar de todo el vacío, muy a pesar de todas esas páginas que siguen en blanco, te echo de menos.

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